18 de mayo 2005 - 00:00
"El club de intelectuales porteños entró en crisis"
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Balmaceda es periodista y fue director de Cultura de Mar del Plata. Dialogamos con él.
Periodista: ¿Por qué para su más reciente novela buscó un tema tan perturbador como el canibalismo?
Carlos Balmaceda: Quise mostrar como la violencia lleva a la degradación. Me serví de la saga familiar de unos cocineros de Mar del Plata a lo largo de casi un siglo. Van del esplendor a la decadencia. Los sueños y fantasías que tienen al llegar escapando de la guerra, que buscan concretar con pasión, se van desmoronando. La degradación individual llega con el último de ellos, que es un cocinero caníbal.
P.: ¿Buscó algún simbolismo al denominar «Almacén Buenos Aires» al restaurante donde transcurre la novela?
C.B.: Ese lugar existió en Mar del Plata. La casa existe aún y ha sido declarada patrimonio arquitectónico y cultural de la ciudad. La conocía y me dije: acá va a pasar todo.
P.: Otra historia suya que tiene como marco la ciudad de Mar del Plata, ¿le importa contar de su lugar de pertenencia?
C.B.: Mar del Plata es una ciudad formada por inmigrantes, somos parejos los nativos con los que vinieron de afuera. De 2001 a la fecha pasó algo tremendo, casi 10 por ciento de los marplatenses se fueron. 50 mil en tres o cuatro años, volvieron a Europa porque pensaron que en el país no había oportunidades. Mi novela muestra, de algún modo, eso que nos pasa.
P.: ¿Cómo enfrenta a sus personajes a la tremenda perversión final, que el lector conoce desde las primeras páginas?
C.B.: Cuando se supera una línea moral, ya no hay retorno. A todos les pasan cosas terribles. Es que todos estamos al borde de algo que nos enfrenta al infierno. Es el caso de Blumberg, un día se despertó y se encontró con que la violencia se comió a su hijo, eso lo dejó fuera de su línea habitual y tuvo que elegir un nuevo camino. Me interesan las situaciones trágicas, dramáticas, intensas.A la vez, no quise caer en lo morboso.
C.B.: Quería contar la historia como quien prepara un plato de cocina. Cuando se hace una comida avanza con un alimento, se pasa a otro, otro se lo tiene en la sartén. Cocinar tiene esas idas y vueltas. Me pareció interesante explorar esto desde la estructura de la obra.
P.: La historia tiene de thriller, de grand guignol, de novela histórica. ¿Cómo se planteó al lector y al narrador?
C.B.: El lector va sabiendo más que los protagonistas, pero el que más sabe es el narrador, que tiene un placer sensual por la cocina y no se impresiona ante las tragedias de la vida.
P.: ¿Qué está escribiendo ahora?
C.B.: Otra historia fuerte: dos hermanos que planean una venganza tremenda. Son recicladores que se crían en un basurero muy grande que hay en Mar del Plata. Viven de la basura, pero un día no pueden seguir con eso, ya no se lo permiten, y deciden vengarse de los que se lo impiden.
P.: ¿Cómo construye sus obras?
C.B.: Parto de una idea fuerza, de una línea argumental. Luego imagino escenarios múltiples con su condimento histórico. Esto tiene que ver con mi formación. Si bien no lo terminé, hice el profesorado de historia, que me marcó en las formas de estudio e investigación. Después, me planteo una estructura donde veo que voy a ir mostrando, que voy a ir ocultando, buscando una historia que mantenga al lector aferrado al libro. Me gusta que se lo devoren (ríe), y para eso cocino a fuego lento.
P.: En ese libro, además, ofrece recetas de cocina.
C.B.: Para escribirlo hablé con cocineros y conseguí material bibliográfico. Muchas personas que cito son reales, en especial los primeros cocineros de la historia. Para el lanzamiento en España, van a hacer un sampler con todas las recetas que se va a llamar «Manual de cocina de los mares del sur», como el mítico libro de cocina del que se habla en mi novela.
P.: ¿Por qué se vuelca a estos temas?
C.B.: No quisiera que me ocurra lo que a algunos escritores argentinos que escriben lo que creen que deberían contar y no lo que tienen ganas. La última vez que estuve en España con mi agente, Carmen Ballcels, me decía que los escritores argentinos habían dejado de interesar porque no estaban contando nada pero, por suerte, ahora estaban apreciendo cosas diferentes.
P.: ¿Cuáles son esos escritores argentinos que no cuentan?
C.B.: El club de intelectuales porteños está en un período muy critico, en plena crisis, sigue encerrado en temas que no tienen repercusión en otros lugares. Ese encierro lo están rompiendo autores como Guillermo Martínez o Federico Jeanmarie, que son de Bahía Blanca, o Guillermo Orsi, de Córdoba, un autor de policiales con premios internacionales. Tambien hay algunos porteños que están cambiando, contando historias interesantes, por ejemplo Martín Caparrós. Esto permite pensar en que puede haber una renovación de nuestras letras.
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