1 de octubre 2001 - 00:00

Siguen los alertas por mural en riesgo

Ejercicio Plástico, de Siqueiros.
"Ejercicio Plástico", de Siqueiros.
Mientras en Nueva York, además de la terrible tragedia humana, también se lamenta el arte que ha quedado sepultado bajos los escombros de las Torres Gemelas, en Buenos Aires el director del Museo Mural Diego Rivera, Américo Sánchez alertó sobre la lenta, pero irreversible destrucción que amenaza a «Ejercicio Plástico», el mural pintado en el año 1933 por el mexicano David Alfaro Siqueiros en la Argentina.

La obra, que se encontraba en el sótano de la quinta «Los Granados» de Natalio Botana, fue retirada del lugar original y fragmentada hace una década a la medida de cuatro contenedores para llevarla de gira por el mundo. La mayor parte del mural, trabado por un litigio judicial, quedó desguazado en esos cofres de metal que potencializan los efectos del frío y el calor, abandonados al aire libre en una playa de grúas de San Justo.

Las imágenes proyectadas en el Centro Cultural Borges el domingo pasado, en una mesa redonda organizada por la presidenta de la Academia de Bellas Artes, Rosa María Ravera, mostraron el interior de los contenedores: las grietas, los faltantes y los efectos que la humedad y los cambios de temperatura han provocado en esta obra cumbre del arte latinoamericano, en la que también intervinieron los maestros argentinos Berni, Castagnino y Spilimbergo. «Están minando de modo peligrosamente irreversible la resistencia de la obra», fue la conclusión.

No se trata de una catástrofe natural, como el sismo de México. Sánchez contó sobre la extracción del mural de Rivera, «Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central», que pintado en el Hotel del Prado en 1947, tuvo que ser extraído del sitio original porque el terremoto de 1985 había causado daños en el edificio y la obra corría peligro.

El traslado del «Sueño de una tarde...» (antecedente que podría haber inspirado el de la obra de Siqueiros realizado poco tiempo después), fue complejo y significó «un alarde técnico de ingeniería», similar al que demandó la extracción de «Ejercicio Plástico». El director del museo, que hoy alberga sano y salvo el mural de Rivera, marcó sin embargo, las diferencias entre estos dos emprendimientos. Para comenzar, lamentó que haya sido un restaurador mexicano, Manuel Serrano, el responsable de cortar la obra de Siqueiros en pedazos. «No puedo creer que quien realizó esta faena se llame a sí mismo restaurador y se diga amante del arte», denunció.

Las imágenes del mural tomadas por
Aldo Sessa hace diez años, justo antes de que Serrano iniciara el desguace, rebatían también el testimonio del autor de la extracción publicado en un matutino, donde el restaurador mexicano asegura: «Por las paredes se filtraba la humedad y escurría el agua. En el piso había charcos y restos de una fogata y la pintura tenía graffiti y manchas de humo. Un verdadero desastre. (...) Trabajé meses allí. El lugar era irrespirable, no tenía ventilación».

Serrano también afirmaba: «No tengo duda de que el mural puede ser restaurado y montado. No existen daños graves, sólo los que tenía cuando se extrajo el mural». Presentes en la reunión del Cultural Borges, los ingenieros Fontán Balestra y Del Carril, que asumieron la responsabilidad de una costosa obra de desmontaje que implicó otro alarde tecnológico y, hasta ayer estaban orgullosos de su obra, cayeron en la cuenta de lo que demostraron las imágenes: que los contenedores no son herméticos. Insistieron en la necesidad de abrirlos con urgencia, «para controlar la corrosión del metal que podría provocar el estallido de la pintura al expandirse como sucede con una pila que se oxida».

Por varias razones, hasta hace unos días no parecía aventurado pensar que
«Ejercicio Plástico», el mural que desde su creación ha soportado agresiones de toda índole, iba a ser finalmente rescatado. Sin embargo, cuando varios factores coincidían para que se tomaran medidas de conservación o, al menos, que este invierno estuviera bajo techo, surgieron nuevos impedimentos. Las trabas comenzaron cuando el juez Juan Manuel Gutiérrez Cabello, que entiende en el caso, fue recusado por «exceso de protagonismo».

Entretanto, dos expertos mexicanos, el ex director del Museo Siqueiros,
Rafael Cruz Arvea, que logró acceder a los contenedores, y Américo Sánchez, advirtieron en este diario sobre el riesgo de que si permanece en ese lugar, el mural se perdería para siempre. La noticia trascendió al mundo, y todo parecía encauzarse cuando el presidente Fernando de la Rúa pidió solución rápida para el asunto. Más aún cuando en agosto la Cámara Comercial desestimó la recusación y el expediente regresó al despacho del juez Gutiérrez Cabello, quien renovó su interés por preservar el mural.

Los mexicanos ofrecieron su ayuda para restaurar el fresco, dado que por ley el INBA, Instituto Nacional de Bellas Artes, tiene la obligación de preservar, conservar y difundir la obra de
Siqueiros, tanto en su país como en el exterior. Por supuesto, es preciso un pedido formal de nuestras autoridades, que todavía no se ha concretado.

Además, la firma Dencanor, titular del mural, le envió hace unos días al presidente
De la Rúa y al secretario de Cultura, Darío Lopérfido, una carta donde ofrece que el mural sea exhibido públicamente. A pedido de la Cancillería argentina, el presidente del Banco Nación, Enrique Olivera, ofreció un espacio para llevar a cabo las tareas de restauración.

El Museo Costantini accedió a exhibirlo (claro, su director el mexicano
Agustín Arteaga, sabe muy bien que en 1996, cuando su país realizó la exposición «Retrato de una década», el INBA había ofrecido algo más de un millón de dólares de alquiler para exponerlo).

Sin embargo,
«Ejercicio Plástico» se encuentra todavía en la playa de grúas Don Bosco, que reclama el pago por tener allí el mural durante años e impide no sólo retirar los contenedores, sino además acercarse siquiera. Como el mural es propiedad privada, el único modo de intervenir sería pagar el costo de ese depósito, o que la Comisión de Monumentos y Lugares Históricos lo nombrara Patrimonio Nacional.

Patrimonio

«No hay ningún argumento legal que impida nombrarlo Patrimonio», dice Gutiérrez Cabello. Pero no lo cree así la presidenta de la comisión, Liliana Barela, quien aduce: «Es necesario inspeccionar la pieza antes de declararlo de interés patrimonial».

Como la Ley 12.665, de Defensa del patrimonio histórico y artístico de la Nación, no exige la inspección de la pieza, y ya se han frustrado varias expediciones con ese fin, en la mesa del Centro Cultural Borges a la que
Barela estaba invitada, pero no asistió porque se encontraba de viaje, los expositores coincidieron en ofrecer a las autoridades el testimonio fotográfico y el de las personas que vieron la obra en el interior de los contenedores, incluso el del propio juez, para poner fin a la burocrática gestión.

Paradójicamente, la comisión informa que ha enviado al presidente
De la Rúa un pedido de declaratoria para que lo firme. Pero no se trata de nominar patrimonio al mural, sino al Palacio Duhau. Dicha nominación limita los derechos de la propiedad privada, pero este condicionamiento está compensado con una notable reducción de los impuestos que gravan la propiedad.

Dejá tu comentario

Te puede interesar