14 de octubre 2001 - 00:00
"Yankelevich fue el pionero que trajo una TV excelente"
El miércoles se cumplen 50 años de lo que se considera la primera transmisión televisiva del país: los discursos del "Día de la Lealtad" de Juan Domingo Perón y Eva Duarte el 17 de octubre de 1951 en Plaza de Mayo. El director Pancho Guerrero, histórico protagonista de la TV argentina, cuestiona la exactitud de esa fecha y ofrece un rico anecdotario de aquella época que incluye otras desmitificaciones.
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"Pancho Guerrero".
Según el historiador Jorge Noguer, ya en 1929 se realizaban las primeras pruebas informales y en 1930 se fundó en Buenos Aires el Centro Argentino de Televisión, donde se realizaban transmisiones que tenían un alcance que no superaba las vei n t i c i n c o cuadras. Los receptores en 1944 no superaban las 86.
El primer canal fue instalado en 1951, diez años después que en Estados Unidos, y se lo denominó inicialmente LR3 Radio Belgrano TV Canal 7. Un año antes, Jaime Yankelevich había viajado a Estados Unidos para adquirir los elementos técnicos y realizar las instalaciones en el edificio de Obras y Servicios Públicos.
«Don Jaime trajo una televisión excelente», continúa rememorando Guerrero. «Tres cámaras por estudio, dos con dolly (carrito para subir y bajar la cámara) y el switcher. Convocó nada menos que a Aníbal González Paz que trabajaba en Disney, en Estados Unidos, y lo llamó para que viniera de docente de iluminación».
Licencias a privados
El desarrollo de la televisión privada se inició en 1955, tras el derrocamiento de Perón. Con la ley de 1957 se llamó al primer concurso y se otorgaron licencias a diversos grupos privados. Pero recién en 1960 salieron al aire Canal 9 y Canal 13, y un año más tarde, Canal 11. Fue en 1965 que los llamados zares de la televisión adquirieron los paquetes accionarios convirtiéndose en los nuevos dueños del medio. Telecenter (Canal 9) pasó a manos de Alejandro Romay, Telerama (Canal 11) fue com-prado por Héctor Ricardo García en 1970, y Proartel (Canal 13) quedó en poder de Goar Mestre en 1971.
Guerrero dice: «Los empresarios argentinos pusieron muy bien la televisión pero Goar Mestre la rearmó como era en La Habana. Los ratings de los primeros dos años de Canal 13 eran muy bajos, hasta que Mestre convocó a Oscar Luis Maza. Le pidió que diseñara la programación del 13 y cuando llegó el verano, época donde no quedaba nadie y la televisión era muy mala, apostaron a seguir con la programación de invierno. De ahí surgió el slo gan «En el 13 no hay verano». Fue un gran éxito que duró ocho años».
Guerrero contó también cómo era trabajar junto a Alejandro Romay y Héctor Ricardo García: «Romay es una persona que confió en lo popular; no quería películas extranjeras, era todo teleteatro y musicales, como «El especial». Recuerdo que ese programa tenía una gran escalera, al costado había un bar donde servían sandwichs y alrededor de la pista estaba el público. Había un aviso que necesitaba un león en vivo. Habíamos ensayado todo menos eso y, cuando lo hicimos, el león pegó un rugido y se fue contra la gente, que ante la desesperación subía la escalera y hasta se caía sobre los sandwichs. Ante semejante des-control, le pregunté a Romay, al que tenía al lado: «¿Y ahora qué hacemos? ¿corto y voy a la tanda?», y él me respondió: «Sigamos, es rating».
De García, dice que «fue un visionario: fue el primero que volvió a mandar corresponsales al exterior, incorporó la hora y la temperatura y metió la famosa frase «En vivo y en directo». García fue el más perjudicado con los militares, le cerraron el diario. Y cuando se fue del canal no se llevó nada, había otros que se llevaban cámaras pero él no tocó ni un panel. Y eso que los camiones de Canal 11 se guardaban en 'Crónica'».
Podría hablarse de un desarrollo de la televisión vinculada al proceso de «modernización» económica y cultural que tuvo lugar en los años 60. Además, el capital norteamericano que participaba en las emisoras (NBC con Canal 9; ABC con Canal 11 y CBS con Canal 13) decidió alejarse del mercado televisivo e invertir en otras áreas, como el cable y las telecomunicaciones.
Guerrero recuerda un episodio vinculado con esos años: «Cuando estaban por derrocar a Frondizi, para que no nos cortaran la transmisión habíamos premeditado la manera de informar sobre el golpe sin que nos sacaran del aire. Augusto «El Nene» Bonardo, conductor del noticiero, dijo en vivo que estaban por derrocar a Frondizi. Un tiempo antes, en una entrevista que le iban a hacer al entonces presidente, el propio ministro del Interior me pidió que a Frondizi no lo mostrara muy cerca con la cámara porque había tomado tantos medicamentos para no dormir que se le notaba en los ojos. Yo le dije 'Por supuesto doctor, quédese tranquilo' y manejé la entrevista en planos generales y medios».
Aunque los asesores de imagen y las encuestas sobre índices de confiabilidad de los políticos no estaban de moda, los políticos no desconocían el poder persuasivo de las cámaras. La cuestión de la comunicación social tuvo siempre en vilo a presidentes civiles y de facto. He aquí una anécdota al respecto de Pancho Guerrero: «En una función de gala del Colón, durante la presidencia de Arturo Illia, el pelado Cortese, uno de nuestros cameraman, de repente abrazó al Presidente. En el control no paraban de sonar los teléfonos y teníamos miedo de que lo echaran tanto al pelado como a todos nosotros. Pero la cosa no terminó ahí porque el pelado se llevó a Illia detrás de una cortina y salieron después de dos minutos. Tenían a toda la comitiva esperando pero se saludaron y el pelado vino hacia nosotros. Le gritamos: 'Pelado, estás loco, ¿qué pasó?'. Y Cortese respondió con naturalidad: 'Illia venía con la bragueta baja y le dije 'Señor presidente, la bragueta', a lo que el mandatario le respondió 'Son cosas de viejos, hijo'».
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