19 de mayo 2024 - 00:00

Las crisis de deuda en EEUU y el caso de la Argentina

Algo tiene en común con Argentina, el stock de deuda cumple un rol de condicionante para los gobiernos que quieran divergir de los preceptos de recorte en gasto social provistos por los economistas liberales.

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En Argentina las crisis de deuda las solemos entender como el desenlace de un periodo en el que se toma grandes cantidades de deuda en moneda extranjera (usualmente para cubrir gasto corriente), ignorando la capacidad de pago futura. De hecho, en febrero la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner publicó un documento sobre “la tercera crisis de deuda” en el país.

Según el criterio abarcado, las tres grandes crisis de deuda argentina ocurrieron en 1975-1989, 1989-2001 y 2016-2024, en estos casos la deuda aumentó 14%, 8% y 7% por año, respectivamente. Con el diario del lunes, resulta razonable definir a estos periodos como de “crisis de deuda”, particularmente con un crecimiento de la deuda en esos valores, mientras el PBI crecía al 0,4%, 2% y -0,5% anual en promedio.

Al tener la capacidad de emisión de dólares, en Estados Unidos la crisis de deuda no tiene el mismo significado ni implicancias. Sí, EEUU también tiene crisis de deuda, incluso en los últimos años se volvieron cada vez más recurrentes. Ubicando a las últimas en 2011, 2013 y 2023.

Hasta 1917 en EE. UU. los gobiernos debían pedir autorización al congreso para endeudarse, pero desde entonces el congreso autoriza un techo (“ceiling”) máximo de endeudamiento. Casi todos los años el techo se eleva para acompañar al crecimiento de las necesidades locales. El problema surge con la crisis del 2008. EEUU comienza a endeudarse a valores muy por encima de los previos y superando al crecimiento de su economía, para pasar de tener una deuda sobre el PBI del 68% a 124% hoy en día (máximo histórico).

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Algo tiene en común con Argentina, el stock de deuda cumple un rol de condicionante para los gobiernos que quieran divergir de los preceptos de recorte en gasto social provistos por los economistas liberales. En el caso de nuestro país, la deuda fuerza a tomar medidas de restricción fiscal, devaluaciones y/o regulaciones al movimiento de capitales, caso contrario la inestabilidad macroeconómica sería insostenible. Para EEUU, al verse obligado a renovar el techo de deuda anualmente, debe negociar constantemente con el Congreso recorte de gastos.

Si bien desde 1917 la necesidad de negociación está vigente, a través de los años EEUU se fue subordinando progresivamente más al endeudamiento para cubrir al gasto público. Por un lado, el país históricamente tiene déficit fiscal, por ejemplo: de los últimos 100 años, lo tuvo en 81 de ellos; por otro lado, mientras entre 1947 y 2002 recurre al crédito para financiar en promedio un 10% de su gasto, desde el 2003 se genera una ruptura para esa cifra ascender al 33% (con un máximo de 90% en 2020).

Si hacemos un paralelismo con Argentina, desde el 2009 (ya que años anteriores en los 2000 hubo superávit) se financia el déficit con deuda un 9% anual del gasto, en promedio.

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En 2011 la deuda de EE. UU. asciende a USD 14.4 billones, mientras que el techo se ubicaba en USD 14.3 billones, fueron varias semanas de negociación para conseguir la aprobación del congreso para elevar el techo. Mientras tanto, con un 40% del gasto financiado con deuda, la prolongación de la solución generó costos en la economía: caída del 16% del mercado, aumento en los costos de endeudamiento para ese año por un estimado de USD 1,740 millones (a precios del 2023), y sufrir el primer recorte de calificación crediticia en Estados Unidos, pasando de AAA a AA+, del que nunca vuelve a recuperarse. El riesgo llegó a elevar los seguros contra impagos de deuda a un año (Credit Default Swaps-CDS) a una prima de 68 (el promedio asciende a 22).

En 2013 vuelve a ocurrir, y se prolonga vía aumento de recaudación y recorte del gasto que derivó en una fuerte reducción del funcionamiento del gobierno por 16 días debido a la imposibilidad de pago de sueldos, aunque sin ser suficiente. Finalmente, se opta por suspender temporalmente el techo, con el aval de los republicanos que buscaban tener poder sobre los demócratas en el congreso y el presidente. Los CDS vuelven a ascender a una prima de 60.

Recientemente en 2023 sucede de nuevo, aunque en gran medida porque entre 2013 y 2021 buena parte del tiempo el techo estuvo suspendido. Desde el Gobierno intentaron que los republicanos no impongan condiciones en esta negociación, dándose la situación que desde ambos partidos políticos se amenazaban con permitir que ocurra el default estadounidense. Finalmente se firma una nueva suspensión hasta el 2025 del techo de deuda, a cambio de algunos límites en el gasto. Esta vez los CDS aumentan su prima a 156, la más alta desde la que haya registro.

Vale la pena tomar nota de la facilidad de endeudamiento que tiene EEUU, que lo llevó a desatender el monto de deuda acumulado. Desde el 2009 que el costo de endeudamiento a 10 años asciende a 2,4% anual en promedio, con una inflación levemente inferior; mientras que en los 30 años previos estuvo cerca del 7,5%, aunque con una inflación de 3,8%. Las ventajas de ser emisor de la moneda considerada a nivel mundial reserva de valor gracias a su fortaleza geopolítica y estabilidad relativa. De hecho, desde la crisis del 2008 la deuda en mano de inversores internacionales se ubica en 30% (un tanto decaída en los últimos años), mientras que los 30 años previos a la crisis ascendía al 17%. Es decir, mientras EEUU tuvo necesidad de recursos para financiar su gasto, tuvo demanda de sus bonos desde su sistema de Banco Central y el resto del Mundo.

De todas formas, también se trata de una desventaja al contemplar las posibles consecuencias de que un día no se aumente el techo de endeudamiento. En términos de deuda es un problema ya que a diario tienen que pagarse intereses de deuda y gasto público y, de ocurrir un vencimiento que no se pueda pagar con nueva deuda, se entraría en default. Además de las implicancias locales, el hecho de que la moneda más “fuerte” a nivel internacional pierda su estabilidad arriesgaría poner en jaque al resto del mundo que en gran medida cotiza sus activos en relación al dólar.

Economista del CIEN (Centro de Investigación de Economía Nacional)

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