10 de octubre 2001 - 00:00

"La crisis está arrinconando la TV a lo vulgar"

Alejandro Dolina
Alejandro Dolina
(09/10/2001) "Por el apremio económico las expresiones de la industria del espectáculo son cada vez más vulgares", dice Alejandro Dolina, que además de poeta, músico y conductor de radio, es abogado. Suele escribir en soledad y componer música «rodeado de espectros que me dicen 'eso es una porquería'. La radio es la que menos valoro pero la que me hace más feliz».

«Mi programa funciona a pesar de que registra algunas complejidades que pueden ahuyentar a un público masivo»
comenta Dolina, que al frente del ya clásico de la medianoche «La venganza será terrible», es uno de los pocos conductores que conserva oyentes fieles y convoca entusiastas seguidores que lo visitan noche a noche en el Tortoni para presenciar su programa, que se transmite desde el histórico café.

«La radio es la menos perseguida de las ramas de esta industria, simplemente porque es la más barata. Nunca me pidieron que apuntara más bajo o hiciera algún concurso»,
explica el conductor conforme con su ciclo. Pero atención: el programa verdadero, el que se emite en vivo y en directo, es el que se sintoniza en AM 1030 (Del Plata) y no el que sale grabado todas las noches, a la misma hora, en Radio Continental (AM 590).

P.: ¿No tomó cartas en el asunto por la repetición de sus programas en Continental desde principios de año?


A.D.:
Probablemente los muchachos de Continental piensen que tienen derecho de repetirlo pero más allá de eso, creo que hay una cierta cuestión de buen gusto en las relaciones. Estoy viendo cómo es legalmente el asunto pero a mí me perjudican absolutamente: primero que no me pagan nada por eso y segundo porque la audiencia se atomiza y baja nuestro rating. Cuando los anunciantes vienen a poner un aviso tienen un ímpetu de invertir que es directamente proporcional a la audiencia. Estoy teniendo la mitad de lo que podría tener por esas repeticiones.

P.: Su principal preocupación es por el perjuicio económico..


A.D.:
También el artístico. Hay una reiteración de temas y programas que es contraproducente. El mero hecho de que cada dos semanas repitan la misma gracia aburre, creo que hay cosas que sirven para ser dichas una vez sola y con la idea de que se las lleve el viento. Si una estupidez, encima hay que repetirla, ya es una estupidez al cuadrado, es demasiado.

P.: ¿Cómo siente en estos días una frase como «La venganza será terrible»?


A.D.:
El título del programa es una comodidad, no creo que sea importante. Pero la idea de la venganza está en el centro de la cuestión política y filosófica. Cuando uno piensa en la venganza lo hace en términos personales, que involucra cuanto mucho a una familia. En ese sentido el colmo de la venganza sería que todos los Montescos maten a todos los Capuletos. Eso que cuando leíamos a Shakespeare nos parecía una masacre, es un juego de chicos a la hora de analizar lo que está pasando.

P.: ¿Cómo ve lo que está ocurriendo en el mundo?


A.D.:
Casi todas las dictaduras del siglo XX, como las de Hitler o Stalin, tenían un elemento en común: el de la responsabilidad colectiva. Se era culpable en la Alemania nazi por ser judío y con Stalin se era culpable por pertener a un grupo político. Ahora vuelve esa idea de querer hacer pagar las culpas del gobierno norteamericano a 50 mil inocentes y es un error pensar hacer pagar las culpas de un grupo de terroristas a otros miles de inocentes.

P.: ¿Tiene conciencia de la influencia que ejerce en su audiencia más joven?


A.D.:
Es cierto que jóvenes y adolescentes se enganchan mucho y no sé por qué es, espero que sea porque el programa es bueno. Si uno supiera por qué lo escuchan perseveraría en eso y deshecharía lo otro.

P.: ¿Es por eso que persevera en su estilo y no modifica la estructura de un programa de tantos años?


A.D.:
Lo que cambian son las temáticas porque el programa no se basa en la actualidad. Eso nos lleva a tener que hacer una monografía por programa, a buscar nuevos temas y a estudiar más que en la universidad.

P.: Lo disimula bien pero se recibió de abogado..


A.D.:
Nunca me he arrepentido lo suficiente pero para mi desgracia seguí Derecho. Después, lo poco que sé de letras o de cuestiones lingüísticas fue por mi cuenta.

P.: Decía que hay que perseverar en los gustos de la audiencia, ¿busca llegar a un público más masivo?


A.D.:
Si todos respondiéramos exctamente a lo que el público pide, los programas serían de cumbia. ¿Quién pasaría música clásica? Por eso la televisión es como es y apunta a lo mayoritario. En radio, en cambio, uno puede ser más audaz porque cuesta menos plata y además permiten hacer un programa como este. En la televisión hay que apuntar a lo que inmediatamente tiene éxito.

P.: ¿Hay un «ángel» especial para hacer radio?


A.D.:
Algunos dicen eso de que la radio tiene magia y que el público se imagina, y vaya a saber qué más. Yo creo que hay que desconfiar cuando se oye hablar de magia artística, «ese fulano tiene magia», «tal tiene ángel», no es así. Los artistas buenos que conozco llegaron a eso porque son inteligentes, talentosos, se preparan muchísimo y hacen un gran esfuerzo. ¿Qué va a decir? ¿Que Julio Bocca tiene magia, que salió de su casa y se puso a volar como lo hace? Creo que detrás hay mucho más que eso. Vino un señor Borges que tiene tanta suerte que los libros le salen bien.

P.: ¿Cómo se equlibra en la radio el juego entre arte y negocio?


A.D.:
Considerar a los medios de comunicación como un negocio no está mal, y eso ocurre desde que existe la industria del espectáculo. Esto de pretender un arte puro y sin afán de lucro es una idea que está fuera de esta conversación. Pero una cosa es que un medio deba ser un negocio y otra cosa es que no haya el menor escrúpulo en la concreción de ese negocio. Creo que los dueños de los medios audiovisuales se han visto acorralados por la difícil situación y no tienen ni un solo espacio siquiera para la ética. Entonces se ponen ciclos baratos y eficaces pero que saben que son malos y hasta que desde el punto de vista ético hacen un mal a la sociedad. No hay tiempo ni dinero para invertir en exerimentación o complejidad alguna por miedo a que no sea aceptado por sectores de la audiencia que no tengan la competencia requerida.

P.: ¿Le sugirieron alguna vez hacer modificaciones al programa para aumentar el rating?


A.D.:
Como yo trabajo en la menos perseguida de las ramas de esta industria, la radio, simplemente porque es la más barata, nunca estuve corrido por esas urgencias. Mi programa registra algunas complejidades que pueden ahuyentar a aquellos que no han tenido contacto con ciertas nociones pero a pesar de ello funciona. Si bien no es masivo, hace impacto en un nicho interesante.

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