24 de febrero 2023 - 00:00

Javier Frana, la experiencia con Sebastián Báez y la evolución del tenis moderno

El extenista habló con Ámbito y contó sus dos semanas como colaborador junto al N°2 de Argentina. Además, aseguró que hoy se ve "un tenis extraordinario" y con alta demanda física.

Frana, Báez y Gutiérrez. El primer paso de la sociedad funcionó a la perfección en Córdoba.

Frana, Báez y Gutiérrez. El primer paso de la sociedad funcionó a la perfección en Córdoba.

Prensa Córdoba Open

Javier Frana es uno de los pocos exponentes del tenis argentino que supo tener destacados rendimientos en todas las superficies, ya sea en singles o en dobles. Eran otros tiempos, donde abundaban los especialistas, y los que se adaptaban a todas las canchas eran infrecuentes. El camino lo llevó a cambiar los pantalones cortos y remeras por un traje, y la raqueta por un micrófono. El deportista se transformó en comentarista de una era dorada y, finalmente, en entrenador. O según él prefiere definir, un asesor.

“Siempre me fue muy tentador hacer asesorías y ayudas, porque te permite no encasillarte en un único jugador, como hacen los preparadores físicos o los kinesiólogos”, le confiesa el zurdo nacido en Rafaela en 1966 a Ámbito.

Aunque Frana había entrenado a Guillermo Cañas en el lejano 2001, las oportunidades lo convirtieron en uno de los comentaristas televisivos más prestigiosos del tenis latinoamericano. El propio extenista evitar hablar en términos de credibilidad sino de “respeto a morir para con la gente y mis compañeros, y me devuelven lo mismo”.

Cuando finalizó su contrato con la señal ESPN, el ganador de tres títulos ATP en singles volvió a transitar los avatares del circuito, ahora como entrenador de distintos jóvenes, incluso en el exterior. Su última experiencia fue junto a Sebastián Báez, campeón del Córdoba Open días atrás, y su coach Sebastián Gutiérrez.

“Siempre teníamos contacto con Gutiérrez, porque siempre tuvo en mente la posibilidad de que me acerque a ellos. Me contó los pormenores de la situación y me habló de la posibilidad de que los acompañe en Córdoba y Buenos Aires para ver cómo nos relacionábamos”, detalla Frana, quien además concluyó que no se hizo un arreglo definitivo.

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La colaboración del rafaelino comenzó en un momento de inestabilidad para Báez: arrastraba una racha de 16 derrotas en 17 partidos. Sin embargo, su análisis lejos está de haber visto un jugador en crisis: “Sinceramente, si no ibas a los registros, no te dabas cuenta que venía de malos resultados. Estaba jugando muy bien, le estaba pegando bárbaro a la pelota, entrenaba fantástico y con toda la energía. Era algo propio de alguien que transita por un camino normal de buenos y malos resultados”.

Cuando Báez derrotó a Federico Coria en la final del ATP de Córdoba, el júbilo fue total. Hasta el propio Frana se permitió saltar con todo el equipo. El primer paso había sido inmejorable. No obstante, para él “Seba había ganado el torneo antes” porque, sostiene, “venía haciendo las cosas bien”. “Tuvo su momento de aceptación: ‘Esto en algún momento se va a cortar’. Cuando tenés la predisposición y no te hundís en los malos resultados, es cuando tenés más posibilidades de que este tipo de cosas surjan”, analiza.

baez coria cordoba.mp4

Frana obtuvo tres títulos en singles, en polvo de ladrillo, canchas duras y césped (atípico para nuestro país). En dobles conquistó siete trofeos, con el agregado de que uno fue en carpeta bajo techo. Uno de sus puntos culmines llegó en 1991, cuando junto a Leonardo Lavalle alcanzaron la final de Wimbledon. Un año después se quedaría con la medalla de bronce de Barcelona 1992 en pareja con Christian Miniussi.

Tras su retiro en 1997, la experiencia años después con Cañas y sus dos décadas frente a las cámaras, el exintegrante del equipo argentino de Copa Davis volvió a incursionar en el circuito, ahora desde adentro. Conclusión obvia: desde afuera no es lo mismo.

“Es mucho más fácil”, ejecuta. Ver no es lo mismo que corregir; cambiar cosas en un deportista de elite no se compara con reemplazar piezas de una maquinaria. “Son procesos que deben ser sustentables, que se deben sostener y que se tienen que autogestionar en algún momento. Yo no me alejé absolutamente porque tenía contacto permanentemente con jugadores y entrenadores, pero acá jugás con un montón de cosas que tienen que ver con lo técnico, lo estratégico y con, sobre todo, lo emocional”, describe.

La concepción que posee sobre su rol junto a otros equipos dista de un doble comando y de una posición de amenaza o debilidad hacia el entrenador principal; por el contrario, habla de la “capacidad” de quien lo convoca, tal el caso de Gutiérrez, de quien opina que “está haciendo bien las cosas”. Se trata de “una búsqueda constante, que me ha pasado a mí también, y he llamado a periodistas, a otros comentaristas, y les pedía que me critiquen, que me digan qué les parecía. A mí en lo personal es lo que siempre me genera un desafío”.

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Cualquier coach podría pretender trabajar con un jugador ya afirmado en la elite, pero el otrora tenista se para en un lugar diferente, porque, asegura, se siente “más útil” con alguien que “está más nuevo en su camino”. “Con el consolidado hay disputas, te tiene que conocer para darte más credibilidad, y esto no es algo de uno o de otro, sino de la hoja de ruta que ambos acordamos”, elabora.

Frana tiene en claro que el tenis cambió. En primer lugar, se cuestiona el concepto de autoridad, ya que “ahora las relaciones son más igualitarias, de intercambio. En mis tiempos el entrenador decía algo y no osábamos sacarle la mirada”. Pero también sucede en los circuitos: la demanda física es absoluta.

“Se juega a una velocidad tal que a los que uno ve en el más alto nivel son los que pueden manejar esa velocidad pero sin chocar en cada esquina”, remarca. En suma, el tenis moderno es una simbiosis de potencia, velocidad y precisión sin precedentes. Así, se entra “en una espiral en la que la creatividad queda para muy pocos, tipos que tienen ese talento adicional o ese segundo para frenártelo. Creo que se juega un tenis extraordinario en el que es mucho más difícil encontrar fisura. Son muy completos”.

Allí radica el motivo por el que los más jóvenes aun no pueden derrocar a leyendas como Novak Djokovic y Rafael Nadal: “Uno naturaliza mucho y cree que lo que hicieron es fácil. Hay que dimensionar lo que es ganar un Grand Slam una vez, o acceder a una instancia relativamente importante. Es un 360 muy amplio y que la competencia te marca dónde está el agujero. Es tan exigente que lo normal es lo que le pasa a estos chicos, lo anormal sería que no te pase”.

Después de más de casi cinco décadas en el tenis Frana tiene en claro que es un deporte en constante evolución y es indispensable “el ejercicio de aprender y desaprender”. El camino es sinuoso y las oportunidades están a la orden del día.

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